Oscar van Gelderen |
Por Eva Silot
Bravo
El pasado fin de
semana el O Cinema de Wynwood presentó la película Shadowman (2017), del director Oren Jacoby, en colaboración con el
Art Center/South Florida. Con sus dos locaciones en Wynwood y North Miami
Beach, el O Cinema se ha convertido en poco tiempo en un espacio regular para
cinéfilos y amantes del arte en Miami, a través de sus atractivas muestras de
cine y eventos dirigidos a diversas demográficas.
Ben Buchanan/Film Movement |
El documental recrea
la obra y vida del pintor Richard Hambleton a través de materiales de archivo,
entrevistas y de un paciente trabajo de seguimiento al artista durante décadas.
Hambleton fue un pionero, sobreviviente y el menos conocido de los
protagonistas del street art en el convulso Lower East Side de la década de 1980s
en New York, junto a Jean Michel-Basquiat y Keith Haring. A diferencia de
estos, Hambleton sobrepasó su juventud y murió a los 65 años. No obstante, su
vida estuvo marcada por problemas mentales, adicción y tránsitos abruptos, que
lo llevaron a experimentar cíclicamente el éxito comercial y la indigencia, la
fama y el aislamiento, el reconocimiento y el olvido. El documental muestra la
obsesión de Hambleton por hacer arte bajo cualquier circunstancia a través de
su trágica vida.
Hambleton recibió
una educación formal como pintor en Vancouver, British Columbia. Su lenguaje
estético empezó a ser reconocido en la década de los 70 a través de su recreación
de
escenas ficticias de crímenes en las calles, en las que pintaba siluetas salpicadas
con pinturas que asemejaban el color de la sangre. Las siluetas rápidamente se
convirtieron en su sello. La escena inicial en blanco y negro del documental
nos muestra a Hambleton salpicado en pintura en las penumbras del Lower East
Side, cargando un balde de pintura negra y una brocha a mano. De repente, se
encarama en cualquier muro o rincón callejero, en donde pinta poderosas siluetas
de color negro de tamaño natural que pasaron
a formar parte del paisaje urbano de New York. Sus siluetas se confundían con
su figura, como si fueran una proyección de sí mismo. Las
paredes de la ciudad fueron sus canvas favoritos, a pesar de que no consideraba
su arte como grafiti. Sus siluetas llegaron a los cientos y se encontraban por
doquier en lugares inesperados, creando sorpresa y misterio entre los transeúntes. Estas lo llevaron progresivamente al camino del reconocimiento y la fama.
Woodward Gallery |
Este pionero del street art se
convirtió en un ícono de la escena artística del downtown neoyorquino
de los ochenta. Comenzó a reproducir sus siluetas en cuadros y su presencia se
hizo notar en el mundo de las galerías, la televisión y la prensa. No obstante,
en la cima de su carrera se “escapó” a Europa, dejando la
huella de sus siluetas en rincones europeos en Londres, Venecia y en el Muro de
Berlín. De la fama pasó a ser un outkast
del arte neoyorquino. Luego de la muerte de Basquiat y Haring, Hambleton comenzó
a rechazar el mundo de las galerías y su parafernalia mediática. Pintar se convirtió
en su principal obsesión, y lo acompañaría por el resto de su vida.
Hank O' Neal |
Jacoby documenta también la problemática relación de Hambleton con los dealers de arte, marcada por sus adicciones, sus problemas mentales, su naturaleza volátil y su personalidad victimaria. En una temporada pintó ininterrumpidamente por meses, creando un volumen importante de obras para un coleccionista, que luego lo estafó. Auto saboteó importantes oportunidades que se le presentaron por su hermetismo, su súbito deseo de desaparecer y aislarse, y su rechazo a la burbuja del mundo del arte, la misma que una vez le brindara legitimidad y reconocimiento. El documental recrea las recaídas de Hambleton como ciclos inefables en su vida, una y otra vez. En varias ocasiones fue desalojado y vivió en la calle durmiendo en rincones, lugares abandonados y especie de basureros atestados de ratas. En otra oportunidad unos coleccionistas le ofrecieron residencia en el Trump Tower a cambio de producir una pintura al mes. Su desequilibrio y su tendencia hacia el caos una vez más le sobrepasaron, y fue nuevamente expulsado a la calle. Sufrió una importante escoliosis que lo convirtió en un hombre de figura deforme. Convivió por años con un cáncer de piel que no quiso tratarse y que fue consumiéndole su cara, cuya imagen apenas tapada se va imponiendo a través del documental como su último legado. Su vida reforzó el mito del caos y la destrucción que puede acompañar al éxito y la fama.
Desapareció por 20 años del mundo del arte hasta su estridente regreso en el
2009, gracias al interés de dos galeristas que, asociados a Giorgio Armani,
organizaron su relanzamiento en New York y Europa. Su novia lo
apoyaba y lo acompañó durante años. Es a través de los comentarios de ella en el
documental que entendemos las circunstancias trágicas que rodearon a Hambleton, no solo como víctima del mercado del arte. Su vida transcurrió entre su
obsesión por hacer arte en cualquier rincón y su naturaleza autodestructiva por
su adicción a las drogas y sus problemas mentales. En ocasiones Hambleton llegó
a pintar cuadros con su propia sangre. En otros momentos repintaba sus cuadros una
y otra vez, en el momento justo en que debían estar listos para ser exhibidos. En
esta época y para él sus cuadros nunca estaban terminados.
Eva Silot Bravo |
En la charla que
siguió a la muestra de la película en O Cinema, el director hizo alusión a las
dificultades del proceso de filmación. Nunca pudo obtener una entrevista
directa de Hambleton. Más bien tuvo que “perseguirlo” pacientemente y adecuarse
a sus altibajos durante años. En el documental, Hambleton nunca le dirige su atención
al lente de la cámara y se esconde en varias ocasiones para no ser filmado. Todo
ello llevó a que el director se cuestionara la posibilidad real de terminar su
película. El filme documenta claramente el nefasto impacto de la drogadicción en
el deterioro físico de este artista y en su carácter ambivalente. Sin embargo, no explora en profundidad el impacto de su enfermedad mental en su
sórdido destino. Solo hacia el final, la novia de Hambleton brinda algunas
pautas sobre su infancia, al parecer marcada por abusos familiares, lo que
permite hasta cierto punto imaginar los orígenes de su agónica supervivencia y frágil estado
mental. Shadowman es una atractiva y a
la vez trágica crónica documental, que mantiene el interés del espectador hacia
el proceso creativo y sombría existencia que marcó la
vida y obra de este artista.
By Eva Silot Bravo. All Rights Reserved.