Dos quejas se escuchan con frecuencia en esta ciudad, al menos en lo que concierne al entretenimiento: Miami es un desierto cultural y es la tumba del artista cubano. A medida que la ciudad crece y con ello las opciones de entretenimiento para todos los gustos, la primera se ha vuelto más fácil de rebatir. Aquí el que busca encuentra y hay para complacer a la mayoría. Por esta vez, sin embargo, prefiero hablar de las posibilidades de hacer carrera que tiene un artista cubano en Miami.
En primer lugar, son casi las mismas que tienen un artista de otra nacionalidad, un plomero, un albañil y un carpintero, siempre y cuando tenga muchos deseos de trabajar y de mantenerse alejado de las tentaciones que puedan acabar con la carrera de cualquier músico.
En segundo lugar, un detalle que muchos olvidan, Miami es un punto en la geografía de Estados Unidos y, aunque multicultural y diverso, sigue predominando un estilo de vida y una cultura anglosajones. El artista es ante todo un inmigrante que compite por el público con infinidad de bandas de rock, estrellas del pop y del rap que cantan en inglés, además de con una buena representación de figuras reconocidas de América Latina y España que vienen a ofrecer conciertos en ésta, una plaza segura para su arte.
Sin embargo, podemos atrevernos a citar, a riesgo de olvidar a algunos, una lista de músicos y cantantes cubanos a los que no les falta trabajo en Miami, y muchas veces más allá de sus límites. Entre ellos están el grupo Tiempo Libre, Albita Rodríguez, Luis Bofill, Leslie Cartaya y el grupo Palo, Omar Hernández, Los Tres de La Habana, Gema Corredera, Donato Poveda, Francisco Céspedes, Malena Burke y su hija, Lena, que este año ganó el Grammy, al igual que el cantautor Amaury Gutiérrez.
También llevan varias décadas dominando los espacios bailables en Miami Carlos Oliva y Los Sobrinos del Juez y Rey Ruiz, sin olvidar otros más recientes como el Conjunto Progreso. Ya en la categoría de estrellas se mencionan siempre como caballos de batalla a Willy Chirino, Gloria y Emilio Estefan.
Pitbull, un miamense hijo de cubanos que creció en los barrios más humildes, representa en algún sentido la culminación del éxito de muchos artistas cubanos anteriores. El 2011 fue el mejor año de su carrera hasta el momento. Situó varios temas en los primeros lugares de Billboard y uno de ellos, Give Me Everything, coronó la banda sonora de la comedia romántica que cerró el año, New Year’s Eve. El mismo Pitbull, como los personajes de este filme, recibió el 2012 en Times Square, Nueva York, flanqueado por megaestrellas como Carlos Santana y Justin Bieber.
Estos éxitos a veces son desestimados por las quejas de los inconformes, que curiosamente casi nunca son los artistas, quienes están dispuestos a lidiar con una serie de hechos en su contra, como el que la radio de Miami no difunda su música. A veces esos inconformes ligan la música con la política, o más bien la gimnasia con la magnesia, y dicen que los cubanos sólo se unen cuando de política –léase en contra del gobierno de Castro– se trata, y nunca para apoyar la cultura y las actuaciones de sus artistas.
A propósito de una entrevista publicada en noviembre en el portal de Cubaencuentro, realizada por Eva Silot Bravo a Mr. Haka, un joven rapero que empezó su carrera en Cuba y la ha seguido en Miami grabando varios CD de manera independiente y tocando con el grupo Cubiche, los lectores comentaron en el foro la situación del artista cubano en esta ciudad. Así, uno de los participantes escribió: “Estamos muy lejos de ser un pueblo en el exilio. Los cubanos sólo actúan como grupo cuando de elegir representantes se trata. Pero promover el arte, a los artistas, aunque con eso los promotores puedan ganar dinero, es algo que no tiene prioridad. No existe sociedad cubana en el exilio sino una masa amorfa”.
La mejor respuesta a esto quizás la daba Mr. Haka en su entrevista: él no se detuvo porque una gran disquera no lo haya querido grabar o porque ningún productor o promotor cubano con ganas de invertir no haya tocado a su puerta. El había hecho sus discos, manteniendo así el control de las letras y el estilo de su música.
El arte y, en este caso, la música pertenecen a esta faceta de la vida de las personas relacionadas con el placer. Este no se regula, se disfruta. Simplemente, nos gusta un artista o no nos gusta. No se apoya a alguien porque comparte tu nacionalidad, sino porque te llega su música.•
¿Qué piensa usted sobre este tema? Escriba su opinión, con su nombre y apellido, en la sección Viernes en elnuevoherald.com.
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