Telmary es miembro fundadora y una de las máximas exponentes de la escena transnacional de música cubana alternativa, además de ser una de las promotoras del movimiento de hip-hop y rap femenino cubanos. Integró la banda Free Hole Negro desde 1999 hasta 2002, cuando se convirtió en una de las figuras centrales del grupo Interactivo, dirigido por el músico Robertico Carcassés. Como parte de este grupo, participó en los discos Goza Pepillo (2005) y Cubanos por el Mundo (2010), editados por Bis Music. Formó parte del elenco de la película Habana Blues (2005), del director español Benito Zambrano. En 2007, grabó su primer álbum en solitario, A Diario (PID), con el que obtuvo el premio Cubadisco en la categoría Mejor Álbum de Hip-hop, y el de Now Magazine (Toronto, Canadá) al Mejor Artista Latino.
Durante varias conversaciones en vísperas de su debut en Miami, Telmary mostró su visión de la música.
¿Cuál es la peculiaridad de Telmary dentro de la escena musical cubana alternativa y del hip-hop/ rap?
T: Creo que es esa búsqueda insaciable, esa inquietud de hacer un hip-hop que sea cubano. De alguna manera, el hecho de defender y propagar algo que sea genuino, y que parte de las influencias que tenemos en la música cubana sobre la capacidad de improvisar. Para hacer un hip-hop que sea completamente cubano hay que aprender mucho del repentismo, de las décimas de los guajiros, del guateque y de las moyubbas afrocubanas, porque son rezos, poesía hablada, que dan la posibilidad de invocar energías, ashe. Creo que eso ha sido un poco Telmary también. Es mi manera de decir, de fluir, de acumular vivencias y de explicarlas en un momento determinado.
¿Qué te inspira a hacer las letras y qué influencias has tenido?
T: Me inspira todo. Estoy creando todo el tiempo. Lo mismo sentada en una esquina, que en mi casa, que en una situación personal, que en una situación global. Pero lo que más me inspira es el día a día. Todos los días busco un motivo, una manera, una melodía que me inspire para sentarme a escribir.
En el caso específico de lo que hablo sobre la mujer, no sé cómo llegué a esa misión. Solo sé que el rap es un género completamente masculino y que se rige por parámetros machistas. Me di cuenta que tenía que aprender lo más rápido posible sobre ese movimiento y, al mismo tiempo, aportarle algo. No quería limitarme a expresar lo que los hombres querían. De hecho, la mujer en el mundo del hip-hop es secundaria, como un objeto, es la del videoclip, la que baila, la que vende. Me percaté de eso rapidísimo y me pregunté: “¿Por qué una canción que es protesta, de un movimiento que es tan abierto, tan de pueblo, tan progresista, enmarca tanto a las mujeres?”.
Y, por supuesto, tuve muchas trabas y problemas para hacerme entender, pero creo que fue también como un capricho: hacer entender que las mujeres no fuéramos más un objeto de deseo y de sensualidad. Al mismo tiempo, no tenía ganas tampoco de ser la “supermachorra”, como hacen todos los raperos. Con mi sensualidad, mis energías y con mi identidad, voy a decir y transmitir mucho más que tratando de imitar una cultura completamente machista. Entonces fue como un himno de rebeldía que adopté y sin darme cuenta se me hizo una costumbre, algo que se estaba haciendo presente en mi arte.
¿Cuándo te diste cuenta que habías logrado una voz propia dentro de la música cubana?
T: ¡Me falta tanto todavía! Es cierto que las mujeres músicos cubanas hemos estado a la sombra, pero creo que ya tocaba. Ahora ya la mujer se siente con esa potestad, que también puede llegar en cualquier género: lo veo en la trova, en el rap, el hip-hop y en la timba también. Por ejemplo, Xiomara Laugart, Gema Corredera, Haydeé Milanés, Yusa, Haila, Vania Borges, Tania Pantoja, Martha Galarraga, Danae, Las Krudas y DJ Ladies, entre muchas otras, han llegado a un lugar, se han dado a respetar y, a su vez, han influenciado a muchísimas otras artistas cubanas. Pero quizás no se conocen tanto todavía, porque aún se arrastra todo ese lastre del machismo y de un mundo dominado por los hombres. Los medios de difusión también están regidos por los hombres. En estos la mujer cumple otro papel, pero está luchando y despertando. Es otro renacer. Todavía es difícil, eso no está aún superado. Estamos en una etapa de tránsito.
¿Cuál ha sido la influencia de tu experiencia como emigrante en la música que creas?
T: La emigración me ha enriquecido, porque he tenido que alimentarme de música de otros lugares para poder elevar la mía y lograr que sea entendible. La emigración me ha llevado a tener flexibilidad, a aprender y fusionar las influencias que recibo en mi música. Pero todo ello sin perder la cubanía: nunca me lo permito. La música que hago ahora es diferente, porque ha nacido en diferentes circunstancias. A mi música no solo le importa la música, sino también el mensaje y la positividad de lo que estoy transmitiendo; que siempre te haga reflexionar, que te haga refrescar. Trato de soltarme para que esa música pueda llegar a ser una energía que suelte también a quien me escucha, y que te puedas liberar en ella y viajar en ella. No enmarco bien mi objetivo porque realmente no lo sé. No sé por qué mi música sale así. Sólo sé que está ahí y que fluye.
¿Sientes la necesidad de colaborar en tus producciones musicales con otros músicos cubanos que viven tanto dentro como fuera de la Isla?
T: Por supuesto. Siento como una misión que en dondequiera que llegue tengo que colaborar, fluir, interactuar e intercambiar energías. En cualquier ciudad que llego, lo mínimo que hago es grabar con alguien, mezclarme con la energía de otra persona y dejar reflejada en mi música lo que viví en esa ciudad, ya sea en un concierto o en una grabación. Y ese lugar deja una huella en mí y yo dejo una huella en ese lugar. Por eso es que me encanta viajar, porque no solamente me interesa llevar a Cuba a los rincones del planeta. También quiero nutrirme de información de esos rincones del planeta y llevarla a la música cubana que hago, porque tengo que retroalimentarme. Si no, no puedo seguir produciendo, ni ser creativa, ni puedo crecer.
¿Qué opinas sobre la generación interactiva de creadores cubanos que se ha desarrollado desde los años noventa?
T: Ellos representan la mezcla de Cuba con lo que está afuera; es una energía que llega, se recicla, sale, se expande y vuelve de nuevo. Hay demasiados músicos fuera de Cuba, ya no es un grupito con determinado pensamiento político, es una red inmensa de músicos cubanos por el mundo, que están por ahí luchando. Ya no es como antes: hay como un movimiento que está todo el tiempo reciclando energías, creando. Siento que la música para nosotros es como un don que nos han dado en la vida, que hace que no puedas dejar de pensar en música. Es un trabajo que no te deja descansar nunca, siempre estás pensando en la música sin saber a dónde te va a llevar eso, y ni siquiera te importa. Pero el compromiso que se tiene con uno mismo, con la música, esa sinceridad, no la puedes controlar, eso es más fuerte.
¿Cómo es tu proceso creativo, tu filosofía a la hora de hacer música?
T: Siento que nunca estoy lista, que siempre tengo que llegar a ese estado… y eso es lo que me mueve. Me digo a mí misma que tengo que estar lista, ponerme para las cosas. Pero estoy disfrutando el camino. No tengo ninguna expectativa de llegar a ningún lugar; no sé ni para dónde voy ni me interesa. No estoy pensando en el final, estoy pensando en lo que está pasando ahora, en cómo transito en esta vida; y creo que me llevan todos mis elementos hasta allí, a ese foco. Al mismo tiempo, todo es muy inseguro, muy en el aire, y a la vez, siempre nuevo, fresco. Sin embargo, tengo un alto nivel de exigencia. Cuando uno tiene ese compromiso de que tienes que soltar y transmitir energías —que es algo que va más allá de ti— no lo puedes controlar, porque es una necesidad.
Muchas veces me digo que no tengo ganas de transmitir, que no estoy preparada, que no estoy en mi centro. Pero desde el momento en que sé que tengo que transmitir me enfoco, busco la manera y eso llega. No sé cómo, pero aparece esa confianza. Lo que digo puede parecer lo más seguro del mundo, sin embargo, estoy transitando un camino que no sé a dónde me puede llevar. Lo que hago siempre es tratar de disfrutarlo, no cuestionarme por qué estoy ahí, ni entrar en conflicto con el motivo de estar ahí, ni con el cómo llegué hasta ahí. Esa es mi filosofía.
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