Wednesday, March 4, 2015

Contigo en la distancia- Del escritor Ahmel Echevevarria sobre autores cubanos de la Generación O

publicado originalmente en cubacontemporanea

Imagen de ahmelContigo en la distancia
Por Ahmel Echevarría. 4 Mar 2015 



Propiciar el desplazamiento físico y mental, ejecutar entonces la disección, el análisis. El mar de por medio, gélido invierno. Temperaturas por debajo de cero en la escala de los grados Celsius. Silencio. Blanco el paisaje. ¿Son estas las condiciones ideales para entender un fenómeno… un fenómeno literario gestado al interior de un archipiélago donde incluso en pleno invierno el calor, cuando el sol cae vertical, no solo te dora, también te asa?
Pongamos por delante la calma, la manera exacta de nombrar. Analizar, en el cálido clima de una habitación en una ciudad casi helada (la de un hotel llamado Old Court -bed and breakfast- en Providence, Rhode Island), un grupo de escritores que han sido reunidos bajo una etiqueta: Generación Cero -jóvenes, en su mayoría viven en la isla mayor de un tórrido archipiélago: Cuba.
Generación CeroNo es exactamente un fenómeno literario; digamos mejor: maneras de leer, de asociar, escribir. Diferentes maneras de establecer líneas de fugas, alianzas. Agenciarse su propia tradición o su propia noción del campo literario, del mundo.
Esta es una manada de escritores que casi siempre andan en solitario. Tal parecen tener más diferencias que similitudes. ¿Una suerte de paradoja? Comenzaron a reunirse en los “años ceros”, es decir, iniciándose la primera década del nuevo siglo y milenio: del 2000 al 2010. En esa década aparecerían sus primeros libros.
Un paréntesis para La Lista: Legna Rodríguez, Anisley Negrín, Osdany Morales, Abel Fernandez-Larrea, Agnieska Hernandez, Orlando Luis Pardo Lazo, Jorge Enrique Lage, Raúl Flores Iriarte, Michel Encinosa Fú, más un breve etcétera.
De los autores de la Generación Cero más atendidos por la crítica, rápido y mal comienzo a nombrar una suerte de genealogía nacional que les interesa: Lorenzo García Vega, Miguel Collazo, Carlos Montenegro, Virgilio Piñera, Guillermo Rosales, Ángel Escobar, Guillermo Cabrera Infante, José Lezama Lima, Calvert Casey, Enrique Labrador Ruiz, Reinaldo Arenas, José Kozer… Los puntos suspensivos para no absolutizar, para no perpetrar una serie cerrada que daría paso a una serie de equívocos. Bien mirado, en la genealogía de autores malamente citados no son pocos los marginados y suicidas. 
Al interior del retrato de grupo -o selfie que intento, toda vez que soy “juez y parte”- no solo está la angustia, también aparecen el carnaval y el desenfreno, el absurdo. ¿El motivo de la elección? Centrémonos en esa genealogía de escritores cubanos que tienen en la mira: para marginales o suicidas no está contemplado un destino verdaderamente luminoso.
¿Cómo ve la utopía, o el fracaso de una utopía, alguien que no encuentra cabida en ella? De interesarles, marginales o suicidas le entran de costado sin pasar por alto los detritos (incluso a nivel de lenguaje), a los márgenes o fronteras, a quienes habitan los márgenes o la frontera, a la cristalización del absurdo, el dolor, el desparpajo (contamina incluso el propio lenguaje del texto), los fluidos, la fiesta. Pienso además en patetismo e ironía a la hora de modelar conflictos y personajes.
Esos escritores se concentraron en su obra guiados o empujados por una obsesión, o por la angustia y el miedo, incluso no debo descartar la cólera y el odio. Esa energía “fatídica” ha generado obras bien singulares (De Hombres sin mujer a El color del verano, pasando por Boarding home o las novelas “gaseiformes” de Labrador Ruiz, o los delirios narrativos de un “colérico Caín”).
Puesto ya en el final de esta suerte de salto o distanciamiento físico y mental, es menester agregar que entre los rasgos comunes de la Generación Cero está el haber asistido a la dilución de un sueño, de una utopía; pienso con no poca duda en la “instauración del desencanto”, ¿hasta qué punto fue, en su totalidad, una generación “encantada” con el performance cultural, social, político y económico de la nación? 
La vida en el no-lugar (la casa de tránsito ya sea porque se deja atrás el barrio o la provincia natal o el país, las redes sociales, el blog, una revista digital) es otro elemento común. En la mayoría de estos escritores, de haber algún tipo de compromiso el adjetivo que le corresponde no debe ser otro que: estético. El dolor, el placer y la fiesta también les competen.
Su tiempo es el de las redes sociales, lo cual los modifica en tanto actores de una sociedad que no es, definitivamente, la de los 60, los 80, ni siquiera la de los duros 90 -Cuba en esa década vivió una de sus más severas crisis: el Período especial. 
Las urgencias son otras, el contexto es otro. Los dispositivos de vigilancia y control, las herramientas para generar necesidades y carencias, para influir en los patrones de gustos y el consumo forman parte del entorno virtual (ya tan real como la calle, el bar, un parque, el Malecón…). Ese es el contexto que le ha tocado en suerte a la Generación Cero y desde el cual debe pensar el texto, la obra, la vida.
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